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Aprender a respirar es como volver a nacer, ya que comienzas a ver la vida de una forma nueva.

Dios es paz. Dios es amor. Dios es armonía. Dios está en la paz y lo hallas en tu paz interior, o de un modo muy triste estamos equivocados y no lo conocemos ni lo percibimos nada todavía.
Dios tan sólo puede surgir y vivir en ti a partir de tu propia paz, como sólo podría manifestarse entre los pueblos a partir de la paz mundial. Con la paz del mundo, vendría el amor de verdad entre todos, y con este amor llegaría la armonía capaz de introducirnos de modo permanente en la verdadera realidad de lo divino en todo y por todas partes. Una persona sólo puede percibir a Dios en su corazón, amigo lector, cuando le abre paso a través de su cuerpo, su mente y su vida.

Tensos físicamente como nos mantenemos todos a partir de lo durísima que ha sido la evolución hasta aquí, no es posible comprender a Dios ni percibirlo o presentirlo.

Es el hathayoga la ciencia hindú y tibetana que te enseña a relajar tu cuerpo para que éste se prepare con tal de abrirte a Dios. Dios, que es el mismo en todas las religiones: esto lo acepta ya el inteligente como viajero Papa actual, Juan Pablo II, admirador no sólo de los filósofos orientales, sino concretamente de los textos sagrados de la India, las enseñanzas de Buda y las obras de Confucio -lo ha informado el diario inglés, London Daily Telegraph, y se recoge en la página 113 de la hoy exitosa obra, «Más Platón y menos Prozac», del reconocido filósofo y autor americano, Lou Marinoff.

Sin relajación física no puede haber relajación mental: esto lo aplica y lo enseña el hathayoga, ciencia que inicia en los secretos del cuerpo del ser humano, y ciencia que un día será universal, aceptada por los pueblos como la gran técnica capaz de eliminar el miedo que nos produce vivir.
Sin relajación física no puede darse ni una respiración correcta ni por tanto una mente tranquila. Y sin una mente tranquila no puede experimentarse la trascendencia, la conciencia de Dios en ti.
Es un círculo vicioso en el que todos andamos inmersos en la actualidad de la historia humana. Ése es el origen de todos los problemas mundiales -todas las guerras, las tensiones planetarias, las diferencias entre pueblos ricos y pobres, las hambrunas, los desequilibrios ecológicos, etc.-.

Todo comienza a arreglarse en ti cuando comprendes que relajarte físicamente es imprescindible. Relajar tu físico implica aprender a respirar como adelanto evolutivo para esta raza nuestra que va de menos a más, de peor a mejor, a través de los milenios, de las centurias, de las décadas.

Aprender a respirar es como volver a nacer, ya que comienzas a ver la vida de una forma nueva.

Lograr acoplar tu respiración a tus movimientos, a tus gestos, a tus palabras y pensamientos, es empezar a autorrealizarte como una persona distinta, mejor, más poderosa y capaz, más vital y proactiva.

Todas las artes marciales enseñan a respirar correctamente, porque conocen el secreto hoy difundido por las profundas ciencias iniciáticas ya desveladas y profusamente divulgadas por parte del mundo editorial dedicado al género espiritual. El hombre ha finalizado la evolución que lo ha conducido desde su ser animal a su ser actual, mucho más racional que irracional. El próximo paso evolutivo ha de darse necesariamente de modo consciente por el propio hombre.