La práctica de la meditación estimula el cerebro hacia la emoción y la creatividad, ya que disminuye la actividad en la zona de control ejecutivo del cerebro mientras incrementa la producción de dopamina y el registro de ondas theta.
La práctica la meditación, también está asociada a la producción de mayores cantidades de neurotransmisores como la dopamina, serotonina, oxytocina y endorfinas.
El efecto relajante, de placer y bienestar que ello ocasiona es lo que explicaría que la práctica constante de la meditación permita un estado mental en el que fluyan las ideas con facilidad, tomar distancia de los problemas para luego retomarlos con otra perspectiva, acallar un poco la vocecita cuestionadora de nuestro cerebro que juzga las ideas que se nos ocurren, o hacer conexiones diferentes entre conceptos y estímulos llegando, por tanto, a resultados distintos.
Lo mejor es que esos beneficios están al alcance de todos. La meditación no es realidad algo tan complicado como algunas personas creen, ni requiere demasiado tiempo o esfuerzo. Se puede comenzar con sólo unos pocos minutos al día para luego ir aumentando progresivamente a 5 o 10 minutos e idealmente llegar a 20 minutos diarios. El simple hecho de llevar nuestra atención a la respiración durante un minuto, dejando pasar los pensamientos que surjan y volver a la respiración, es un buen comienzo. Lo más importante es cultivar el hábito, entrenar nuestra voluntad para ser consecuentes.
La emoción más bella y profunda que podemos experimentar es la sensación de lo místico. Es la semilla de la auténtica ciencia. Al que le resulte extraña esta emoción (aquel que ya no es capaz de sentir un respeto reverencial) más le valdría estar muerto. Esa convicción profundamente emocional de la presencia de un poder racional superior que se revela en el universo incomprensible conforma mi idea de Dios.
– Albert Einstein –