La felicidad depende de lo que tu consideras «felicidad». Reflexiona y analiza lo que a ti te hace feliz.
Aleja cualquier influencia de tu entorno o la imposición social, antepón tu propia noción de lo que para ti es calidad de vida.
Elige esas cosas que a ti te hacen feliz, foméntalas, acomódate a ellas y vive tu felicidad.
La felicidad depende de lo que ocurre dentro de nosotros y las ideas que tenemos sobre nosotros mismos y sobre la vida.
Depende de todos los misterios que viven en el entramado mágico de nuestra mente.
El tipo de emoción, de pasión y de vínculo que los occidentales buscamos en una relación romántica, los budistas esperan recibirlo del espíritu.
Dentro de tu mente lo tienes todo. El sol y la luna, las montañas y los valles, los colores del amanecer y las sombras de la noche, a alegría de las cascadas y la niebla espesa que empapa el alma de nostalgias infinitas.
Básicamente, la felicidad depende de que realmente quieras ser feliz y estés tan a gusto contigo mismo como para poder sentir todo el amor de la vida que te ha permitido existir.
Que todos los seres sean felices. Que todos los seres se liberen del sufrimiento. Que nadie sea desposeido de su felicidad. Que todos los seres logren ecuanimidad, libres de odio y apego.