Los momentos de éxtasis no ocurren como una excepción ni un accidente; son los momentos en que saboreamos lo que nuestra vida debería ser. El éxtasis es un ideal, pero también puede ser la obra de cada día, la integración del cuerpo, la pureza del corazón,la lucidez de la mente, la amplitud del alma y la vibración del espíritu que desembocan en la sanación más allá de toda sanación.
El éxtasis la pureza de corazón
La integración del cuerpo y la lucidez de la mente
Vivía a caballo entre dos mundos. Por un lado me preocupaban mis estudios, en los que mis impulsos creativos eran «educados» y me sentía completamente fuera de lugar por estudiar temas que no me importaban en lo más mínimo. Por otro lado, trabajaba con niños, ancianos y enfermos mentales,y esto mantenía vivo mi espíritu. Ellos me enseñaban a ser abierta, sensible. Escuchaba sus historias, sentía su dolor, veía sus heridas psíquicas y hacía todo lo posible por acompañarlos. Fue con ellos con quienes tuvo lugar mi verdadera educación.Comencé a soltar mis ataduras culturales y a comprender las conexiones entre el cuerpo, el corazón y la mente cuando, luego de graduarme, viajé a Europa, donde viví tres años. Al llegar,apenas conocía algún otro idioma, salvo alguna que otra expresión en tiempo presente, para cubrir mis necesidades.Empecé a sentirme un espíritu libre, desligada de las presunciones y expectativas con que había crecido. El pasado no existía. No sabía hablar en pretérito y no tenía pasado alguno con las personas que encontraba. Podía reconstruirme de cero a cada minuto. Por primera vez en mi vida no era la hija, amiga, alumna o maestra de nadie. Estaba sola, sólo yo, yeso me entusiasmaba:tenía la posibilidad de ser libre para ser yo misma.
(Del Libro de Enseñanza de una chamán urbana – Gabrielle Roth)