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Los efectos físicos de la tensión

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Nuestra respuesta al estrés frecuentemente es exagerada. Por ejemplo podemos reaccionar ante un comentario malicioso como si nos atacarán fisicamente. De hecho, muchas de nuestras enfermedades, son la respuesta exagerada de nuestro cuerpo a una amenaza percibida.
La tensión extrema galvaniza el cuerpo para la acción. La adrenalina y las hormonas tiroideas aceleran el metabolismo. El corazón late más deprisa y respiramos más rápidamente.
Después de escapar del ataque de un animal salvaje nos relajaríamos de manera natural, pero casi todos nuestros peligros actuales son más oscuros y crónicos. Algunas hormonas de la tensión nos dejan insensibles.

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Realmente quieres relajarte? Mucha gente prefiere funcionar con altos niveles de adrenalina que con la relajación que les ofrece una sensación de decaimiento. ¿Si nos relajaramos como consiguiríamos que se hiciera todo? Muchas personas piensan que es mejor mantener la personalidad en ebullición. Mantenerse rígido es una forma de bloquear nuestros sentimientos interiores. Cualquier tensión se trasluce en la cara y desaparece la serenidad de la belleza.
Podemos ser químicamente adictos a la tensión.
Relajarse puede resultar bastante incómodo despues de una tensión extrema.

La relajación es como calmar a un niño que tiene una pataleta, un proceso lento y gradual. Con la tensión tendemos a tener la misma respuesta, nos queremos «deshacer» de ella como si fuera un parásito molesto, pero como es una parte de nosotros mismos lo mejor es dialogar sensatamente con ella.
Estamos tensos porque no escuchamos a nuestros cuerpos. Cuando simplemente lo observamos, esperamos y aceptamos lo que nos está ocurriendo el proceso de relajación puede ser rápido.
Cuando notemos que acumulamos tensión, demos unos minutos para ir relajándonos, aunque solo sea un poquito, iremos perdiendo el 20% superior de la tensión.
Nos sentiremos más eficientes después de ello:

– Date la orden de «congelarte»
– Mantén la postura pero no la respiración
– Da igual donde estés, en la oficina, fregando platos o en la cola de un super …
– Observa tu cuerpo en general detectando las áreas con exceso de tensión.
– No cambies nada todavía
– Observa como respiras
– Cuando estés consciente de ti misma, di «descongelar»
– Entonces permite que la tensión se afloje
– Realiza los ajustes que sean necesarios, dar un giro leve con el cuello, sentarse más recto, ponerse más erguido, aflojar los hombros, el cuello, las mandíbulas.
– Disfruta de realizar los ajustes
– Respira y suelta el aire con un suspiro.

Retoma lo que estuvieras haciendo más liberado, manteniendo la conciencia del cuerpo.