Cultivar la paciencia, saber esperar es uno de los aprendizajes más importantes que debe realizar el ser humano.
Desde pequeños vamos sometiéndonos voluntariamente a esfuerzos que nos perfmiten llegar a conseguir un bien mayor.
«La paciencia es amarga, pero sus frutos son dulces».
Con las relaciones humanas ocurre lo mismo, practicando la paciencia aprendemos a no enfadarnos cuando alguien se equivoca, aprendemos a tolerar los fallos de los demás y admitir los propios.
La capacidad de saber esperar, de soportar la angustia y la ansiedad cuando deseamos algo con impaciencia es el mejor antídoto contra las relaciones destructivas.
«Sólo somos curiosos en proporción con nuestra cultura.»
Jean Jacques Rousseau