La inocencia no tiene nada que temer.
Las personas inocentes de corazón conciben la realidad de forma muy positiva y su espíritu noble y puro les lleva a “ser ciegos” con otras dinámicas menos puras y más enrevesadas, pero reales y presentes en la interacción humana.
La inocencia se correlaciona con la empatía afectiva y la regulación emocional saludable. Es decir, los inocentes son muy empáticos, se sienten cómodos pidiendo y recibiendo ayuda y muestran una buena modulación afectiva.
La inocencia psicológica es positiva para relacionarnos con personas francas y honestas; pero no, para relacionarnos con personas con dobles vínculos, o poco transparentes, en las intenciones y en la comunicación.
La ingenuidad puede ser también sinónimo de inocencia. Es muy diferente a la ignorancia, que implica ausencia de conocimiento. Está relacionada más bien con una visión positiva del mundo.
Decía Séneca que “Cuando más buena es el alma de un hombre, menos sospecha la maldad en los otros”.
El ego confunde a las cosas con su juicio, la Inocencia las aclara.
El ego cree que las cosas son como el piensa que son;
Es más, el ego cree que las palabras son las cosas.
El ego no vive, interpreta.
Es una constante actuación que nunca alcanza la realidad en tanto la Inocencia trata a todos por igual.
Por eso está más cerca de la felicidad, de la riqueza, de la tranquilidad.
Los animales son la encarnación de la inocencia.
Henri Barbusse