Recuerdo como de pequeña corría detrás de las mariposas, se me escapaban de tantas que habían.
Algunas las cogía despacito, en silencio con la punta de los dedos, el polvillo que les robaba me advertía que eran muy delicadas, que lo mejor era dejarlas volar, así abría los dedos y presenciaba su huida llena de colores.
En el campo era uno de mis entretenimientos, algunas las metía en bolsas de plástico, mal hecho, menos mal que una parte de mi conciencia hacía que agujereara ese inhóspito lugar, por suerte no tardaba mucho en liberarlas.
Dejé de perseguir mariposas hasta que hace poco me pregunté:
¿Dónde están las mariposas?
Dali